No es fuego, es capitalismo
De frente a una catástrofe ambiental sin precedentes en el Amazonas, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, minimizó la tragedia afirmando que “es la temporada de incendios” y añadió, divertido: "Me solían llamar capitán Motosierra y ahora soy Nerón incendiando el Amazonas".
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Desde enero y hasta hoy se registraron 72.843 focos intermitentes de incendios forestales por la “política de desarrollo” del presidente brasileño para agronegocios y megaminería.
Los incendios tiene un claro mensaje: expulsan a las poblaciones originarias de sus tierras y les permiten a hacendados y terratenientes hacerse presentes en zonas vedadas hasta años atrás.
Mientras el negocio avanza de la mano de Bolsonaro y sus aliados, la reserva verde más grande del planeta sigue en llamas, y las consecuencias del fuego alcanzan ya centros urbanos.
No se trata simplemente de la codicia de un dirigente de derecha, es un sistema que alienta la destrucción del ambiente para acrecentar ganancias y generar nuevos negocios.
El Amazonas arde, porque el fuego que destruye todo se llama capitalismo.
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