Radicales, terroristas, opositores y saboteadores, entre otros han sido los calificativos que este gobierno fascista ha utilizado frente a los agricultores del Valle de Tambo para referirse a las acciones del movimiento popular que orienta su lucha en defensa de su historia, de su tierra y de sus hijos; ha creado condiciones para garantizar la captura legal de los líderes indígenas; a través de sus medios de comunicación ha hecho creer a muchos incautos que los agricultores alteran el orden público, son integrantes de grupos terroristas, son radicales, entre otros argumentos babeantes propio de los felones oligarcas que no piensan detener la invasión de las tierras de sociedades milenarias, que bajo el agro, han sabido llevar una vida saludable, digna y solidaria. Esta captura convierte a muchos, en verdaderos cómplices de la injusticia. El verdadero rostro del fascismo en el Perú queda al descubierto.
Los últimos diez años se han abierto procesos penales contra decenas de dirigentes y campesinos peruanos por delitos de secuestro, lesiones y daños a la propiedad provocados durante manifestaciones contra empresas privadas; pero jamás las leyes gansteriles de este Estado reaccionario se ha dirigido a perseguir a las empresas mineras que contaminan el ecosistema de estos pueblos, las petroleras han quedado limpias luego de sus derrames de combustible y consorcios que han invadido tierras de campesinos.
Con este acto fascista, el gobierno empuja al pueblo del Valle de Tambo a una lucha más radical; no hay más remedio que prepararla y decidirse a emprenderla. La lucha es el camino. Aunque, toda la capacidad de represión, toda la capacidad de brutalidad y demagogia de la P.N.P se ha puesto al servicio de las transnacionales, el pueblo debe movilizarse en unidad garantizando una lucha eficaz contras las fuerzas del viejo orden socia
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